El calor electoral aumenta y empaña las primarias

El incremento en el nivel de violencia ha puesto a las minorías en el centro del debate.

Todo empezó cuando el aspirante a la presidencia Donald Trump acusó públicamente a los mexicanos de ser delincuentes y violadores. Subió de tono hasta incluir expulsiones, puñetazos y aerosol de pimienta. Ahora, la violencia y la discordia parecen algo habitual en la campaña.

Conforme la campaña presidencial de 2016 se centra en el oeste de EEUU, una región que gana diversidad a marchas forzadas, ha acabado oficialmente con cualquier idea de que Estados Unidos hubiera dejado atrás la cuestión de la raza. Grupos étnicos y raciales se ven en el centro de las disputas más sonoras en la esfera política desde el cénit del movimiento a favor de los derechos civiles.

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Buen parte de la violencia ha girado en torno al ascenso del aspirante republicano Donald Trump, primero hacia las minorías y ahora por parte de minorías que protestan contra sus declaraciones.

El martes en New Mexico varios manifestantes contrarios a Trump lanzaron camisetas en llamas, botellas de plástico y otros objetos contra los policías, hiriendo a varios agentes, además de volcar papeleras y barricadas. La policía respondió empleando aerosol de pimienta y granadas de humo contra la multitud reunida ante el Albuquerque Convention Center.

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Karla Molinar, de 21 años, estudiante de la Universidad de New Mexico, participó en un acto organizado para interrumpir el discurso de Trump y dijo que no había tenido alternativa porque el magnate aviva el odio hacia inmigrantes mexicanos. Entre otras cosas, el aspirante ha pedido que se prohíba la entrada de musulmanes en Estados Unidos y afirmado que construirá un muro en la frontera entre Estados Unidos y México.

"Trump está haciendo que el odio vaya a peor", dijo Molinar.

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Este año también hubo una protesta contra Trump de gente que se congregó ante un hotel cerca del aeropuerto de San Francisco, forzando al aspirante a arrastrarse por debajo de una cerca para legar al hotel, donde se reunió con negociadores republicanos locales. Otros activistas se enzarzaron con las autoridades y dañaron autos de policía tras un mitin de Trump en Orange County, California.

Antes se registraron incidentes violentos contra minorías. Por ejemplo:

- Una mujer negra fue rodeada, insultada y empujada en marzo por espectadores blancos en un mitin de Trump en Louisville, Kentucky.

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- El manifestante latino Ariel Rojas fue pateado y arrastrado en octubre por un partidario blanco de Trump en un mitin de Miami.

- Rakeem Jones, un manifestante negro, recibió un puñetazo por la espalda del partidario de Trump John McGraw, que es blanco, cuando Jones estaba siendo expulsado del mitin por la policía de North Carolina. McGraw fue arrestado más tarde.

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- Una grabación en video mostró a seguidores de Trump agrediendo en noviembre a Mercutio Southall Jr., un activista afroestadounidense, en un mitin en Birmingham, Alabama. Southall dijo después que la multitud empleó varios insultos y los comparó con un "pelotón de linchamiento".

La violencia política no es desconocida en Estados Unidos. En 1968, 119 policías y 100 manifestantes resultaron heridos en choques en la Convención Nacional Demócrata de Chicago. Sin embargo, las agresiones rara vez se han dirigido de forma tan específica contra las minorías, señaló Matt Dallak, profesor de implicación política en la Graduate School of Political Management en la Universidad de George Washington.

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El experto atribuyó buena parte de la responsabilidad a Trump, que comenzó su campaña política comparando a los inmigrantes mexicanos sin permiso de residencia con delincuentes y violadores. En sus mítines, la multitud se alimenta de que él "demonice a tramos concretos de la población, incluidas minorías raciales", indicó Dallak.

"Cuando uno agita a la gente, contribuye a una atmósfera que lleva al potencial de violencia política. Las palabras importan", afirmó.

Ken Burns, un premiado documentalista, señaló que algunos de los comentarios y acciones de Trump -como olvidar que había renegado de un líder del Ku Klux Klan- "es el gesto que apela a nuestros hermanos recalcitrantes".

"Nos gustaría creer en nuestra mejor versión de nosotros mismos, pero el hecho es que muchos de nosotros no somos así", comentó Burns, que exploró las tensiones raciales en su documental "Jackie Robinson".

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