Pasajero de Chicago narra cómo vivió caída de avión de Aeroméxico

"Lo único que hice fue rezar y esperar lo mejor", dijo Alberto Herrera.

CHICAGO- Alberto Herrera presintió que algo no estaba bien cuando el avión de Aeroméxico en el que viajaba despegó el martes camino a Ciudad México.

"Después de que el avión despegó, sentimos como una fuerte turbulencia golpeaba el avión", dijo Herrera durante una entrevista por Skype el miércoles a Telemundo Chicago.

"Se podía sentir el viento y granizo golpeando el avión como a máxima velocidad. Parecía como si estuviéramos desafiando la tormenta en todo su apogeo, con todo ese granizo, fue todo una locura”

Herrera se encontraba junto a otros pasajeros del área de Chicago que iban a bordo del vuelo que se estrelló en Durango de camino a la capital y en donde otras 85 de las 103 personas que iban en la nave resultaron heridas.

“En ese momento, lo único que hice fue rezar, esperar lo mejor y por haberle dicho “te amo” a los seres queridos que dejaste en México y en Chicago", dijo Herrera.

Luego del accidente, Herrera dijo que pudo encontrar al padre Esequiel Sánchez, de la iglesia del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Des Plaines quien también iba abordo en el avión.

"Le pregunté si estaba herido. Dijo que se había roto el brazo y le pregunté si podía ayudarlo, si necesitaba inmovilizarlo. Dijo que no... , y en ese momento comenzamos a rezar, dijo Herrera.

“Solo éramos como 20 de nosotros dentro del avión, no sabíamos si los demás habían salido, solo esperábamos por lo mejor y que todos podamos salir”.

La Iglesia del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Des Plaines confirmó que el Rev. Esequiel Sánchez se dirigía a la Ciudad de México y que por suerte y hasta el momento, solo sufrió una fractura en un brazo.

El padre Esequiel, según sus colegas se encontraba de vacaciones en Durango con sus parientes.

Después del accidente, varios pasajeros se alejaron del avión antes de que llegaran los primeros auxilios. Algunos buscaron ayuda médica, mientras que otros corrieron a sus seres queridos. Los oficiales pasaron la mayor parte de la tarde rastreando a los sobrevivientes para asegurarse de que todos fueran contados.

El presidente ejecutivo de Aeroméxico, Andrés Conesa, describió el día como "muy difícil" y acreditó la reacción oportuna de la tripulación y los pasajeros por la falta de víctimas mortales.

Conesa dijo que entre los pasajeros había 88 adultos, nueve niños y dos bebés, y el equipo consistía en dos auxiliares de vuelo y dos pilotos.

Dijo que el avión había sido enviado para mantenimiento en febrero y que la tripulación estaba descansada, habiendo comenzado su día de trabajo en Durango.

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