Mujer se quería ir a vivir con los reos prófugos

 Los vecinos de un área rural de Nueva York, poco acostumbrados a cerrar sus puertas con llave de día o de noche, están en vilo mientras sigue la búsqueda de dos asesinos que escaparon de una prisión de máxima seguridad con herramientas eléctricas.

Más de 800 agentes que participaban en la búsqueda de Davis Sweat y Richard Matt peinan los campos y bosques de Adirondack, varios kilómetros a la redonda del correccional Clinton de Dannemora, cerca de la frontera canadiense.

[FOTOS: Paso a paso, cómo fue el escape]

La búsqueda está enfocada en el área que rodea a la prisión después de que una empleada de la cárcel fue acusada de ayudarles a escapar, informó un fiscal.

La mujer, Joyce Mitchell, quien ya fue encarcelada, planeaba recoger a los hombres una vez que se escaparan y los llevaría a un lugar no especificado, a siete horas, dijo el fiscal de distrito Andrew Wylie a CNN.

Pero Mitchell, una instructora de la sastrería de la prisión de 51 años, se retractó del plan en el último minuto, agregó el funcionario. "Una de las razones era que amaba a su esposo y no quería hacerle eso".

La mujer fue acusada el viernes de un delito de fomentar el contrabando de prisión y un cargo menor de complicidad en un delito. Es sospechosa de hacer amistad con Sweat, de 34 años, y Matt, de 48, y proporcionarles material de contrabando, según documentos judiciales.

Sweat cumplía cadena perpetua por matar a un policía. Matt cumplía una pena de 25 años por el secuestrar, torturar y descuartizar con una sierra a su ex jefe de 76 años en 1997.

Pese a cientos de avisos, la policía no tiene nuevas pistas. La presencia de los agentes fuertemente armados se ha vuelto tanto tranquilizadora como preocupante para los vecinos.

"Acabo de segar unos campos y seguía mirando por encima de mi hombro. Da miedo", comentó Jason Hamel, que vive con su esposa y sus tres hijas pequeñas en West Chazy, a cinco minutos de una de las barricadas colocadas en la operación. "No dejo que mis hijas salgan".

"A mi esposa y a mí nos encanta estar al aire libre", añadió. "No hemos hecho nada de eso, y ahora cuando salimos, estamos armados".

Kevin Farrington, ingeniero municipal en Plattsburgh, vigilaba de cerca a su hijo de 2 años, Dylan, y aprovechaba la oportunidad de salir de casa por primera vez desde la fuga. Unos 40 agentes armados revisaban el campo al otro lado de la carretera, tranquilizando a la familia por primera vez en toda la semana.

"Obviamente, uno sabe que la prisión está allí, pero nunca ha habido un incidente, así que se siente seguro", dijo Farrington, que se mudó a las orillas del Saranac hace 13 años.

"Cuando pasa algo como esto, uno piensa en un par de hombres que son personajes bastante malos capaces de cualquier cosa", dijo Farrington, que dijo tener un arma cargada en casa por si acaso. "Sabe que están desesperados y probablemente no quieren que los atrapen vivos. Probablemente estarían dispuestos a todo".

Contáctanos