El gran dilema de los precandidatos demócratas

La carencia de identidad se presenta como un reto para los aspirantes a la nominación.

Dough Ogden no sabe qué hacer.

Este policía jubilado de 75 años detesta a Donald Trump. Pero no concibe votar por un demócrata. Ogden, quien se describe como un independiente de Carolina del Sur, no reconoce al Partido Demócrata de nuestros días.

“El Partido Demócrata está cada vez más desbocado”, sostuvo Ogden en una reciente presentación del aspirante a la nominación demócrata Pete Buttigieg. “Mete miedo”.

La principal inquietud de Ogden es la dirección que está tomando el Partido Demócrata y sus valores en la era de Trump.

Si bien los demócratas están unidos en su determinación de sacar a Trump de la presidencia, la mayoría de sus dirigentes coincide en que no lo harán simplemente criticándolo: Deben ofrecerle al votante otras opciones.

La campaña presidencial del 2020, no obstante, ya lleva nueve meses y los demócratas siguen sin poder resolver sus diferencias en torno a cómo enfrentar asuntos raciales, generacionales e ideológicos.

Y ahora que ya pasó el Día del Trabajo y la campaña entra en una nueva etapa, en la que el electorado presta más atención a la campaña, aumentan las presiones para que los demócratas presenten un mensaje único.

¿Qué harán para restar apoyo a Trump entre los obreros de raza blanca al tiempo que cortejan el voto de las minorías y de las mujeres de los suburbios?

¿Hasta qué punto deben criticar a Trump y promover un juicio político?

Y, por sobre todo, ¿deben insistir en propuestas radicales en torno a la salud, la universidad gratis y un aumento de los impuestos a los ricos o concentrarse en tratar de crear un sentido de normalidad tras la turbulenta presidencia de Trump?

Algunos demócratas plantean que se debe hacer todo eso a la vez. Pero otros quieren planteos más concretos, que puedan atraer a los votantes que desean ver propuestas que les devuelvan la fe.

“Los candidatos transmiten distintos mensajes”, dijo el aspirante a la nominación Bernie Sanders en una entrevista.

“Los medios corporativos y los expertos nos dicen que solo un mensaje moderado nos permitirá ganar las elecciones. No estoy para nada de acuerdo”, agregó el candidato, quien se describe como un socialista democrático.

Sanders, desde ya, representa la revitalizada ala izquierda del partido. El moderado Steve Bullock, por su parte, teme que al promover reformas radicales el partido puede espantar a los votantes de clase obrera que tanto necesita.

“Tenemos que asegurarnos de que el votante sabe que podemos mejorar su vida”, manifestó Bullock en una entrevista. “Ello implica no hablar de una revolución sino de cómo resolver los problemas que enfrentamos”.

En el medio de esta batalla por la identidad del partido están candidatos como Kamala Harris y Buttigieg, el alcalde de 37 años abiertamente gay de South Bend, Indiana, que ofrecen posturas a mitad de camino entre los planteos de izquierda de Sanders y de Elizabeth Warren y los más moderados de Joe Biden y Bullock, entre otros.

Buttigieg niega que el partido tenga que elegir entre la clase obrera blanca y las minorías.

Sostuvo en una entrevista que las necesidades de personas como Ogden y la justicia racial “van de la mano, porque la vida de todos se deteriora mientras persistan estas desigualdades”.

Agregó que es vital que “el ser parte de una minoría, sobre todo la negra, no incida en la cobertura médica ni en la relación con las fuerzas policiales”.

“La gente de color no es la única que sufre con las desigualdades raciales. Todos somos afectados”, expresó.

Buttigieg, Sanders, Biden, Warren y Harris ya cumplieron con los requisitos para la próxima ronda de debates, pero varios centristas menos conocidos, incluido Bullock, han sido silenciados por reglas partidarias que los marginaron de los debates.

La búsqueda de un programa común es parte de los esfuerzos por crear una coalición que permita a los demócratas derrotar a Trump. Barack Obama ganó dos elecciones atrayendo el voto de los jóvenes, de minorías y de la clase obrera.

Hillary Clinton no logró conservar esa coalición en el 2016, pero en las elecciones de mitad de término del año pasado hubo una importante participación de la juventud.

Se calcula que el 31% de los votantes de entre 18 y 29 años acudieron a las urnas en el 2018 y que dos de cada tres votaron por los demócratas, según estimados de la Universidad Tufts.

Sin embargo, no está claro hasta qué punto los demócratas están preparados para atraer el voto de los jóvenes en el 2020.

Calvin Wilbron, presidente de una agrupación de demócratas universitarios (la College Democrats of America), dice que recién el mes pasado el Comité Nacional Demócrata contrató una persona a tiempo completo abocada a atraer el voto de la juventud.

“Están en la dirección correcta, pero no sé si se mueven con la velocidad necesaria”, afirmó Wilborn.

Numerosos activistas liberales creen que la suerte de los demócratas en las elecciones depende del voto de los negros y los hispanos, pero el establishment parece más concentrado en atraer el voto de los blancos de clase obrera, un bloque que le dio la espalda al partido en el 2016.

A Ogden, el jubilado de Carolina del Sur, no le interesan las coaliciones raciales. Se queja de que los demócratas son hoy un “partido benefactor” que ofrece demasiados beneficios a personas que no quieren trabajar por ellos.

“Los republicanos no son mejores. No quieren cambiar, mientras que los demócratas lo quieren cambiar todo”, manifestó. “Tendré que ver si tengo estómago para votar por alguno de ellos”.

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