WASHINGTON - El presidente Donald Trump despidió el martes abruptamente a su asesor de seguridad nacional, John Bolton, debido a fuertes discrepancias sobre Irán, Afganistán y muchos otros asuntos de política exterior.
Ambos ofrecieron versiones diferentes sobre la salida poco menos que amistosa de Bolton, en lo que al final fueron los disparos finales de una relación mala desde el principio.
Trump tuiteó que le dijo a Bolton el lunes por la noche que ya no requería sus servicios en la Casa Blanca y que éste presentó su renuncia el martes por la mañana. Bolton respondió en un tuit diciendo que presentó su renuncia el lunes “y el presidente Trump dijo, ‘hablemos mañana’”.
Trump aseguró que “discrepaba enérgicamente” con muchas de las sugerencias de su asesor de línea dura, “al igual que otros en el gobierno”.
La salida ocurre en un momento complicado para el gobierno de Trump a nivel mundial, semanas antes de la Asamblea General de Naciones Unidas y mientras el presidente enfrenta decisiones apremiantes sobre varios asuntos de política exterior.
Además, a medida que aumentaba la presión en medio de indicios de una desaceleración económica y crecientes problemas mundiales, Trump apoyaba cada vez más a aquellos subalternos que estuvieran dispuestos a defenderlo en televisión.
Bolton tenía programadas tentativamente apariciones en un par de programas de entrevistas dominicales a finales de agosto, pero al final se echó atrás, diciendo que no se sentía cómodo con algunos de los planes del gobierno, lo que encolerizó al presidente, según un funcionario de la Casa Blanca no autorizado para hablar de conversaciones privadas.
EEUU
En los últimos meses aumentó la tensión entre Bolton y el secretario de Estado Mike Pompeo por la influencia en la órbita del presidente y sobre cómo manejar el deseo del presidente de negociar con algunos de los personajes más desagradables del mundo.
Desde que se sumó al gobierno en la primavera del año pasado, Bolton se sumó a los escépticos sobre el acercamiento apresurado del presidente con Corea del Norte y abogó contra la decisión que Trump tomó el año pasado de retirar los soldados estadounidenses en Siria.
Con aliados en el exterior, Bolton ideó una campaña discreta dentro del gobierno para convencer a Trump que mantuviera las tropas norteamericanas en Siria, con el fin de combatir a los restantes combatientes del Estado Islámico y la influencia iraní en la región.
Bolton también se opuso a la idea de Trump, ahora descartada, de traer a negociadores del Talibán a Camp David el fin de semana pasado para tratar de llegar a un acuerdo de paz en Afganistán.
El senador de Carolina del Sur Lindsey Graham, quien estaba viajando con Trump el lunes, dijo que Trump pensó que Bolton se había “extralimitado demasiado” tras ver reportes sobre el desacuerdo de su asesor sobre la reunión con el Talibán.
Un republicano familiarizado con los desacuerdos entre Trump y Bolton dijo que la oposición del asesor a una posible reunión entre Trump y el presidente iraní Hassan Rouhani fue un factor que precipitó la renuncia.
Bolton siempre pareció una elección insólita cuando ocupó el cargo como el tercer asesor de seguridad nacional de Trump, ya que su visión del mundo parecía no encajar con las declaraciones aislacionistas del presidente, como con su lema “Estados Unidos primero”.
Bolton fue designado asesor de seguridad nacional en abril de 2018 tras la renuncia del general H.R. McMaster. Defendió los puntos de vista de una política exterior belicista que se remontaban a la presidencia de Ronald Reagan en la década de 1980 y se destacó por su apoyo estridente a la guerra de Irak como embajador ante la ONU del presidente George W. Bush.
Bolton sopesó brevemente postularse para la presidencia en 2016, en parte para argumentar contra el aislacionismo que Trump llegaría a encarnar.