Jojutla, el epicentro del terremoto donde el tiempo se detuvo

La comunidad en el estado de Morelos es un sitio de contrastes.

En Jojutla, el poblado más cercano al epicentro del terremoto que el 19 de septiembre de 2017 cimbró a México causando 369 muertes y miles de afectados, parece que el reloj paró.

Una calle de la comunidad en el estado de Morelos es conocida como la zona cero, porque es en donde más casas se derrumbaron. Y justo aquí es donde las personas afirman que, pasó un año del terremoto, Jojutla nunca volverá a ser igual.

"No importa si nos recuperamos o no. Jojutla ya nunca va a ser lo mismo", asegura uno de sus habitantes. 

El reloj de la parroquia, derrumbada, sigue marcando la 1:14. La hora del sismo que mató a 74 personas en el estado de Morelos.

Joy, un año después, en las calles todavía se ven terrenos baldíos en los que antes había casas; montes de piedra en donde piensan reconstruir. 

Y familias que aún viven bajo techos de lona. 

Cuando se les pregunta a los habitantes de esta empobrecida comunidad, afectada esta semana por una inundación, cómo ha sido vivir aqui, la respuesta parece ser el llanto. 

Guadalupe ha pasado este tiempo con sus dos hijos en una casa de campaña. Un techo que se rinde ante el mal tiempo, como la tormenta que aqui cayó hace tres días. 

Ella asegura que no ha llegado la ayuda, aunque durante las primeras semanas después del terremoto, la solidaridad de los mexicanos se volcó hacia esa comunidad en donde 2,800 familias resultaron damnificadas. 

Hoy los vecinos aseguran que la ayuda no ha llegado completa para todos. 

Elizabeth y su hijo viven aquí. Él estuvo atrapado bajo los escombros. Ella vio como una casa le cayó encima. 

Dice que Dios le puso su vida en una balanza y que ella sale adelante gracias a su familia. 

Jojutla es un lugar de contrastes. Por una lado casas de campaña y después, a pocos pasos, terrenos baldíos y casas completamente reconstruidas. 

La casa de Daniel ya casi está lista. Le faltarán dos meses. Mientras, sigue viviendo a un lado, en un techo de bambú que él mismo construyó porque dice que lo único que queda es echarle ganas. 

Y poner su esperanza en la reconstrucción que avanza, pero tan lento, que parece que el reloj se detuvo para siempre.

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