México: el derecho a la muerte digna suma apoyos

Postrada en su cama, Alejandra sabe que su enfermedad puede darle un doloroso final, por eso decidió que cuando llegue el momento de decir adiós nadie haga nada para evitarlo.

"Porque si no voy a tener la calidad de vida para qué quiero ser alguien que esté aquí como un animalito, que come, hace del baño, pero realmente no tiene calidad de vida", comparte Alejandra Huicochea.

Hace tres años, cuando le diagnosticaron cáncer, ella decidió sumarse al programa de voluntad anticipada con el cual recibe cuidados paliativos, pero en caso de una crisis no será reanimada ni conectada a un respirador. 

"Eso es lo más difícil, yo lo único que les pedí siempre es que no quiero dolor", explica Alejandra. 

Y su familia estuvo de acuerdo, porque cada día -dicen- su condición es peor y prefieren dejarla ir a que sufra. 

"Cuando sales de aquí te desahogas muchísimo, porque no puedes llorar delante de ella, te tienes que hacer muy fuerte", cuenta su hermana, Leticia Huicochea.

La historia de esta paciente ha servido de ejemplo para defender la ley que desde el 2014 fomenta en Ciudad de México el derecho a una muerte digna. 

Hace unos meses, la Fiscalía impugnó esta disposición argumentando que se refería a la eutanasia y al suicidio asistido, conductas que están prohibidas en las leyes federales. 

Pero la Suprema Corte de Justicia estuvo de acuerdo en que cada persona pueda decidir, en estos casos, la forma en que quiere morir. 

"La vida digna contiene el derecho a una muerte digna", enfatizó el ministro Alberto Pérez Dayán. 

Basado en ello, el nuevo gobierno planea que esta diposición abarque toda la nación. 

"En el país hay 15 estados en los que existe la ley de voluntad anticipada", precisa María Cruz Medina Mora, directora del Programa de Voluntad Anticipada.

Y miles de cartas firmadas por mexicanos que se oponen a prolongar su vida a cambio de sufrimiento.

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