Peculiar oficio: les pagan por llorar en los funerales

SAN JUAN DEL RÍO, Querétaro.- Lloran como si su alma se estuviera desgarrando, como si el dolor saliera de sus corazones cual fuente que emana interminables lágrimas por haber perdido al ser que más amaban.

Pero la realidad, es que Isidra Ávila y Amelia Rodríguez están actuando, preparándose para convertirse en la mejor plañidera, mujeres que en el antiguo México se alquilaban para llorarle a desconocidos en sus funerales.

"Se contrataban a esas personas para que los demás pudieron ver que realmente había un duelo en la familia", explica Luis Eduardo Guillén, secretario de Cultura.

Las tumbas del Museo de la Muerte, en el estad de Querétaro, son el escenario ideal para la práctica. Ambas lo recorren vestidas de negro, con velos y sus rosarios y biblias en la mano, rezando y lamentándose en cada tumba. Concentradas, dice Rodríguez, en sus propias penas.

"Hacerles sentir el dolor, que estamos sufriendo y que las personas compartan ese dolor con nosotros, es muy difícil", asegura Rodríguez.

Pero llegar a este nivel no es fácil, revela Ávila, dos veces campeona de esta actividad.

Asegura que la mente y las emociones se sincronizan con el cuerpo a tal grado que a veces llegan a sentir la pérdida como propia.

"Yo me preparé pensando en un yerno que perdí, me afloran las lágrimas instantáneamente porque era una persona joven, yo me quedé con los nietos, mi hija se quedó de 26 años, me duele mucho su muerte", comparte Ávila.

Esta tradición está casi extinta en el país, pero en algunos panteones como este todavía se pueden encontrar mujeres que por unos $30 rezan y lloran a los difuntos, sobre todo en estas fechas.

Y preservar la costumbre es precisamente el objetivo, porque nadie como ellas puede con sus versos y llantos abrazar así a la muerte.

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