El Papa insiste en Iglesia humilde en medio de escándalo

El Pontífice delineó su visión de la Iglesia en un largo discurso a obispos italianos reunidos en Florencia, dejando atrás un Vaticano que se recupera de revelaciones sobre resistencia interna a su agenda de reforma.

FLORENCIA, Italia - El Papa Francisco insistió el martes en que la Iglesia católica debe rechazar toda tentación de poder, prestigio y dinero, mientras apremiaba su agenda de reforma en medio de un nuevo escándalo en el Vaticano.

El Pontífice delineó su visión de la Iglesia en un largo discurso a obispos italianos reunidos en Florencia, dejando atrás un Vaticano que se recupera de revelaciones sobre resistencia interna a su agenda de reforma.

El jesuita argentino dijo a los obispos que él quería una Iglesia que fuera humilde y pobre, y no una que estuviera obsesionada con predicar la doctrina o adquirir poder. Dijo que la doctrina cristiana no era un sistema cerrado o rígido, sino uno que vive y cambia y se desarrolla.

"Que Dios proteja a la Iglesia italiana de toda pretensión de poder, imagen y dinero", les dijo. Señaló que los cristianos no deberían estar obsesionados con el poder, "aun cuando tome la forma de un poder que sea útil a la imagen social de la Iglesia".

Como una manera de mostrar su punto de vista, el Papa Francisco eligió almorzar no con la jerarquía de la Iglesia toscana, sino con pobres de Florencia. Se formó con decenas de personas en un comedor público de la organización Cáritas, obtuvo una tarjeta de registro como todos los demás y comió con utensilios de plástico una típica sopa florentina de alubias servida en plato desechable.

La visita de Francisco ocurre en momentos en que el Vaticano afronta un nuevo escándalo por filtración de documentos, después de que dos libros nuevos pusieron al descubierto la batalla cuesta arriba del Pontífice para reformar la burocracia vaticana dominada por los italianos, y la situación financiera del Vaticano.

Citando documentos confidenciales filtrados, los libros expusieron la avaricia de cardenales y monseñores, el mal manejo de los activos del Vaticano y la resistencia al cambio por parte de la vieja guardia de la Santa Sede. 

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