Madre muere tras volver de vacaciones con un dolor de espalda

Xavier Soto está desesperado y buscando respuestas desde que su pareja Jeimily Morales, de 23 años, murió en junio en un hospital en Puerto Rico nueve días después de que la pareja regresara de unas vacaciones en la República Dominicana.

Soto, de 27 años, cree que Morales, la madre de un niño de 4 años, estaba bien de salud durante su viaje a la vecina isla caribeña. Ella tenía una condición de tiroides que estaba bajo control, dijo. Más adelante le diría a los cuatro hospitales que visitaron que Morales tuvo un aterrizaje brusco cuando se lanzó en un cable o una tirolina, pero que no le dolía la espalda hasta poco después de aterrizar en Puerto Rico, dos días más tarde. Su condición empeoró a partir de ahí.

La muerte de Morales el 26 de junio, tras una serie de visitas a hospitales en Puerto Rico, fue el resultado de una embolia pulmonar, le dijeron médicos a Soto en el Centro Médico de Mayagüez, una municipalidad al oeste de la isla.

Morales murió en un momento en que la imagen de la República Dominicana había estado bajo escrutinio tras las recientes muertes de turistas estadounidenses en diferentes hoteles y complejos turísticos. Pero Soto dice que no está señalando a nadie y no está listo para hacerlo.

Por eso persisten algunas preguntas: ¿qué causó la embolia pulmonar que le quitó la vida a Morales? ¿Fue algo que sucedió en el viaje a Punta Cana con efectos que pasaron desapercibidos cuando fue tratada en Puerto Rico?

Un médico, que no está involucrado en su atención y que es un experto en embolias pulmonares, asomó una posibilidad que apunta a que la inmovilidad durante un vuelo puede poner a ciertos viajeros en riesgo de desarrollar coágulos sanguíneos.

El doctor Umesh Gidwani, jefe de la unidad de cuidado crítico cardíaco en el Hospital Mount Sinai en la ciudad de Nueva York, le dijo a NBC y Telemundo que le resulta extraño que los médicos en los hospitales visitados por Morales no hayan sospechado de la posibilidad de una embolia, dado que Soto dice que ella le informó al personal médico sobre su dolor de espalda. Morales luego se quejó de dolor en el pecho, tuvo problemas para respirar y previamente había viajado en avión, dijo Soto.

Una embolia pulmonar, explicó Gidwani, ocurre cuando "se forma un coágulo de sangre en alguna vena, generalmente en las piernas o el área pélvica". El coágulo crece a medida que acumula sangre hasta que es expulsado, luego viaja a través de la arteria que sube a los pulmones, donde se aloja. Las consecuencias pueden ser fatales.

Un paciente con una embolia pulmonar generalmente cumple con al menos uno de los tres criterios conocidos como la tríada de Virchow, llamada así por el médico alemán Rudolf Virchow que estudió embolias hace unos 200 años. Los factores son "daños en el revestimiento de los vasos sanguíneos (venas y arterias), movilidad reducida o inmovilidad y una tendencia a formar coágulos" según el nivel de coagulación de la persona, explicó Gidwani.

A veces alguien en riesgo de sufrir una embolia pulmonar no muestra síntomas, pero en el caso de Morales dos de los tres factores parecían estar presentes y no parecían ser silentes, según Gidwani.

"Probablemente tuvo una lesión en los vasos sanguíneos (...) Pero la otra cosa aquí es que ella tomó un vuelo, y eso es inmovilidad. Entonces, la combinación del daño al endotelio (vaso sanguíneo) junto con la inmovilidad (en el vuelo) causó la formación del coágulo”, dijo.

La lesión de los vasos sanguíneos pudo haber sido el resultado del accidente de Morales en la tirolina en Punta Cana. "Se soltó de la cuerda como un segundo antes de lo que se suponía y cayó un poco duro en el agua", dijo Soto al recordar el momento.

"Es completamente posible que el pequeño coágulo de sangre se haya formado durante este vuelo y luego no haya sido detectado", dijo Gidwani.

Gidwani admitió que el diagnóstico de un coágulo es desafiante, pero es posible a través de una tomografía computarizada o una imagen de ultrasonido, si hay alguna sospecha de un coágulo, como cree que debió haber sido en el caso de Morales. Si se detecta el coágulo, los médicos administran al paciente un anticoagulante o realizan un procedimiento para extraer el coágulo con un catéter, ondas de ultrasonido o el uso de otros medicamentos, dijo Gidwani.

Morales no recibió ninguno de estos tratamientos hasta su última visita al hospital. Los registros médicos sumistrados por Soto mostraron que le recetaron relajantes musculares y analgésicos como tramadol, meloxicam, amoxicilina, entre otros. También le dieron inyecciones de toradol, morfina y decadrón.

"Fue tratada por espasmos [...] Me sorprendió que ni siquiera hicieran un análisis de sangre ”, dijo Soto.

Para el doctor Andrew J. Einstein, profesor asociado y director de investigación de tomografías computarizadas cardíacas en el Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, una tomografía computarizada se realiza "si es un paciente que tiene una alta probabilidad de tener una embolia pulmonar". Einstein entiende que una embolia pulmonar, en una mujer joven relativamente saludable que se queja de dolor musculoesquelético, no está en el tope de la lista de diagnósticos.

Sin embargo, "cada paciente que acude al departamento de emergencias en múltiples visitas y sigue regresando e informa al médico que tiene dolor en el pecho y le falta el aire debe tomarse en serio y necesita más que un tratamiento para espasmos en la espalda".

En un escenario de visitas constantes al hospital con Morales mostrando dolor en el pecho y dificultad para respirar, además del dolor musculoesquelético, Einstein dijo que se debía haber realizado un análisis de sangre dímero-D para detectar el coágulo que finalmente le quitó la vida.

“A casi todos los pacientes que se presentan en el departamento de emergencias se le practican análisis de sangre. Ciertamente los pacientes que vienen varias veces", dijo Einstein.

Un análisis de sangre dímero-D ayuda a detectar coágulos de sangre en un paciente y en el caso de Morales, de haberse realizado, los resultados "habrían sido positivos", según Einstein.

Morales, quien recientemente fue ascendida a gerente en el restaurante de comida rápida Church's Chicken en su pueblo, había perdido su seguro de salud de Medicaid aproximadamente un mes antes porque su nuevo ingreso excedería el límite de elegibilidad para recibir la ayuda. Soto dijo que estaban en el proceso de adquirir un plan de seguro médico privado para ella y su hijo.

De "una semana increíble" a lo "impensable"

Soto recordó haber tenido "una semana increíble" en la República Dominicana. Conocieron a otra pareja puertorriqueña y pasaron tiempo en las playas, la piscina del hotel, las discotecas y un parque de aventuras.

El 16 de junio, la noche del Día del Padre, cuando aterrizaron en Puerto Rico, Morales mencionó que "le dolía mucho la espalda". Entonces decidieron ir a una farmacia. Tomó un analgésico y se tumbó en la cama para descansar, pero no ayudó, dijo Soto.

A la mañana siguiente, mientras su dolor persistía, Soto llevó a Morales a la sala de emergencias de Aguadilla Medical Services. Allí le dieron una inyección de decadrón, un esteroide para tratar la inflamación y una receta de medicamentos para el dolor después de que las imágenes de rayos X no revelaran nada anormal, excepto un espasmo severo, según los registros médicos.

La escena se repitió otras cinco veces en otros tres hospitales la semana siguiente. Los cuatro hospitales visitados por Morales se negaron a comentar sobre el caso, independientemente del relevo de la ley HIPAA que la familia firmó permitiéndole a las instituciones hospitalarias hablar con NBC y Telemundo sobre el caso de Morales. Los hospitales dijeron que es su política no hacer comentarios sobre casos específicos, aun si son autorizados por las familias.

Las tres veces que Morales visitó la sala de emergencias de Aguadilla Medical Services, el 17, 18 y 19 de junio, recibió inyecciones y cada vez dosis más altas de analgésicos hasta que un médico la remitió a un terapeuta físico, según Soto.

"Fuimos al terapeuta que la masajeó y ella se sintió un poco mejor, así que no fuimos al hospital", dijo Soto.

Pero el viernes 21 de junio el dolor empeoró. Visitaron el Hospital Buen Samaritano, también en Aguadilla, después de que notara una erupción en el pecho y se quejó de tener problemas para respirar. "El médico dijo que era una reacción normal al espasmo severo que tenía", dijo Soto.

Mientras el dolor se intensificaba Soto iba perdiendo la calma. El 22 y 24 de junio llevó a Morales a un hospital diferente, San Carlos Borromeo, en el municipio colindante de Moca, donde un médico la remitió a un quiropráctico pensando que podría haber tenido un nervio oprimido, según muestran los registros.

Ese día, 24 de junio, el quiropráctico la refirió a hacerse una resonancia magnética, según los documentos. El problema era que "ella no tenía seguro médico", dijo Soto. El Hospital San Carlos Borromeo le dijo a Soto que no realizan resonancias magnéticas y que el procedimiento les costaría al menos $800. En cambio, volvieron a darle una inyección y más relajantes musculares, según Soto.

Sin embargo, "una resonancia magnética no es la forma estándar para detectar una trombosis pulmonar (coágulo de sangre) o una embolia", de acuerdo a Gidwani. En lugar de ese estudio, Gidwani dijo que habría ordenado una tomografía computarizada o una imagen de ultrasonido, que podría haberles dado tiempo para combatir el coágulo.

Soto llevó a Morales de regreso al Aguadilla Medical Services el martes, 25 de junio. Soto ya estaba impaciente y dijo que una enfermera le aconsejó que llevara a su pareja a otro hospital mejor equipado y con más personal en Mayagüez.

Tanto Soto como la familia de Morales criticaron la gestión de Aguadilla Medical Services por presuntamente no proporcionarle a Morales una ambulancia para trasladarla a Mayagüez, que implicaba un viaje de aproximadamente 30 minutos sin el cuidado que la joven necesitaba. Tenía dificultad para respirar, dijeron, y Soto tuvo que conducir.

Llegaron al Centro Médico de Mayagüez a las siete de la noche. El personal allí realizó una tomografía computarizada, detectó el coágulo de sangre y le proporcionó a Morales un anticoagulante, según Soto. Pero ya era demasiado tarde. Fue entubada y enviada a la unidad de cuidado intensivo alrededor de las cuatro de la mañana. Estaba consciente pero luchaba por respirar, dijo Soto. Como ella se quedaría allí, Soto decidió irse a su casa a las cinco de la mañana para buscar ropa, documentos de las visitas previas y otros documentos personales que tal vez harían falta más adelante. Pero sucedió lo "impensable".

"A las ocho de la mañana del miércoles, 26 de junio, me llamaron para decirme que falleció", dijo.

Fue entonces cuando los médicos le dijeron a Soto que había muerto de una embolia pulmonar y que era posible que Morales tuviera una condición que no fue diagnosticada. "No dijeron que tenía algo que ver con nuestro viaje a la República Dominicana", dijo.

Su cuerpo fue enviado al Negociado de Ciencias Forenses en San Juan, el único laboratorio forense en la isla, que cuenta con cinco patólogos que trabajan solo los días de semana con unos 300 cuerpos para examinar, según Carlos Vélez, un investigador forense en esa agencia. Las muertes violentas y los accidentes automovilísticos son la prioridad.

Se realizaron una autopsia y un análisis toxicológico, cuyos resultados estarán disponibles en "no menos de 90 días", dijo Vélez a NBC y Telemundo.

El cuerpo de Morales fue devuelto a su familia el 10 de julio, después de dos semanas en forenses. Llevaron a cabo el funeral y el entierro el 11 de julio en Aguadilla.

"No estoy pensando en demandas o nada de eso", dijo Soto. "Esperaré los resultados, las respuestas. Perdí a mi pareja. Siempre estuvimos juntos. No sé cómo van a ser las cosas de ahora en adelante".

"Imposible no amarla"

La pareja se conoció hace siete años detrás del mostrador de Church's Chicken. Como compañeros de trabajo su relación creció con el tiempo. En poco tiempo se hicieron amigos. Luego, se enamoraron.

"Era imposible no amarla. Ella se entregó a todos a su alrededor (...) Ella era alegre, muy carismática", dijo.

La tía de Morales, Yolanda Salas Guzmán, dijo a NBC y Telemundo que los días posteriores a la muerte de su sobrina han sido "dolorosos y devastadores" para toda la familia.

Salas, de 52 años, recordará a Morales como el alma de la fiesta, con su "sonrisa brillante" mientras bailaba la bachata de Romeo Santos. "Le encantaba bailar y bailaba bien", dijo.

Salas también destacó el espíritu generoso de su sobrina y dijo que vivía para los demás. "Le gustaba defender a las personas que no podían y ayudarlas", dijo.

Morales era muy apegada a su abuela. Como la menor de nueve nietos, ella era la favorita, según Salas. Ella aparecía cualquier día durante la semana con regalos y detalles para su abuela, sin importar la ocasión.

Su abuela, la cocinera favorita de Morales, vive en la cima de una colina. La única forma de llegar hasta allá es subiendo unas escaleras, de 102 escalones, que a menudo Morales caminaba con sus elegantes tacones para disfrutar de su plato favorito, "arroz con habichuelas y bistec encebollado con tostones".

Ese estrecho vínculo entre Morales y su abuela le dificultó a Salas contarle sobre la muerte de su "querida Jeimily".

"Fue devastador (...) Se desmayó y no pudo dejar de llorar", dijo Salas. "Fue como un balde de agua fría por la espalda. Ha sido muy difícil".

Al igual que Soto, Salas está preocupada por el niño de 4 años que tendrá que vivir sin su madre.

"Le diría que mamá está en el cielo, pero mientras estuvo aquí en la Tierra fue la mejor mamá del mundo", dijo. Para Soto Morales fue "la mejor persona" en su vida.

"Nos sentimos en buena compañía. Siempre estuvimos juntos", dijo.

Soto fue promovido recientemente en su trabajo y "eso hubiera sido algo para celebrar juntos. Ahora no significa mucho. No es lo mismo", dijo.

El duelo de la familia ha sido más doloroso debido a la cobertura imprecisa de algunos medios locales, dijo. Soto se refirió a ciertos medios en Puerto Rico que parecían vincular la muerte de su compañera con su visita a la República Dominicana sin proporcionar detalles.

"No sé de dónde sacaron esa información", dijo.

Soto también contó que se sintió "acosado" por los reporteros que se presentaron en su casa, su lugar de trabajo y la casa de la abuela de Morales.

Para Carmen Guzmán, prima de Morales, la joven era una "madre e hija amorosa y cariñosa". Guzmán espera que las autoridades "investiguen y arrojen luz sobre lo que le sucedió".

Soto y Salas no descartan nada, pero la posibilidad de que Morales haya sido víctima de una intervención médica inadecuada "está presente en nuestras mentes", dijeron.

"Creo que el protocolo falló. Ellos (los hospitales) no fueron más allá porque lo de ella no era un espasmo", dijo Salas.

Por ahora, Soto dice que tiene que sacar fuerzas y seguir adelante de alguna manera por sus dos hijos y el niño de 4 años de Morales.

“Le dije todo lo que sentía por ella. Nosotros nos expresábamos nuestros sentimientos todo el tiempo", dijo."Tenía a la persona que siempre quise a mi lado”.

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