SUTHERLAND SPRINGS - Este jueves se cumplen tres años de la masacre de Sutherland Springs, donde 26 inocentes perdieron la vida. Sin embargo, el tiroteo también dejó a 20 personas que ahora tienen que vivir con el terrible recuerdo.
“No había forma de correr. El único que podía detener lo que estaba pasando era Dios”, expresó Julie Workman, sobreviviente de la masacre ocurrida en la Primera Iglesia Bautista de Sutherland Springs.
El servicio religioso apenas había comenzado cuando de pronto Workman escuchó lo que parecía ser fuegos artificiales. Pronto se percató que se trataba de balazos.
Workman dijo que vio al pistolero disparar desde afuera contra la fachada del edificio. Fue entonces que todos se tiraron al suelo para intentar salvarse.
La sobreviviente agregó que el sospechoso entró a la capilla y comenzó a disparar directamente a las víctimas. En algún momento, el sujeto salió del templo y pensó que todo había terminado, pero al parecer solamente fue a recargar su arma. Al regresar, presenció cómo le disparó a su hijo en la espalda para luego irse contra ella.
El sospechoso le disparó a ella en el pecho, pero al ser sobreviviente de cáncer de seno y haber tenido cirugía reconstructiva, al parecer la bala rebotó en su pecho.
Workman dijo que en algún momento escuchó cuando el auto del sujeto se fue del lugar y al levantarse vio una escena que nunca olvidará. Los cuerpos de los miembros de su iglesia estaban uno encima del otro.
Al ser enfermera, la sobreviviente comenzó a buscar el pulso en las víctimas e incluso puso torniquetes en algunos de ellos para evitar que murieran desangrados. En cuanto a su hijo, el impacto de bala que recibió lo dejó paralítico.
A tres años de la tragedia, Workman expresó que cree que logró sobrevivir para poder contar la verdad de lo que ocurrió ese día. Opinó además que el santuario debe ser demolido, pues su existencia hace más difícil que los sobrevivientes sigan adelante.
